La ciencia y los monstruos

Los monstruos varían, pero no de manera infinita ni arbitraria. Ellos son variaciones sobre temas evolutivamente limitados. Diferentes ecologías proporcionan diferentes configuraciones de espacios imaginativos en los cuales crecen los monstruos. Estas ecologías, ya sea de manera ampliamente cultural o psicológicamente individual, están a su vez circunscriptas por la naturaleza humana.

a un artrópodo de seis patas que primero vivía en la superficie, pero que luego se adaptó a subsistir debajo de ella. Como antes de habitar en cuevas Gollum se llamaba Sméagol y pasaba sus días como cualquier otro hobbit, bajo el sol de la Comarca, los descubridores de este invertebrado, en el año 2007, decidieron que el nombre del artrópodo reflejara este cambio de hábitats. Por eso lo bautizaron Gollumjapyx smeagol.

Godzillius robustus y Godzilliognomus son dos especies de crustáceos marinos, parecidos a gusanos, que habitan en cuevas submarinas de las Bahamas.

sir Peter Scott, naturalista y participante en esa expedición, y su colega Robert Rines propusieron en un artículo publicado en Nature, una de las más prestigiosas revistas científicas del mundo, el nombre de Nessiteras rhombopteryx.

La legislación británica señalaba que, para proteger a una especie en peligro de extinción, antes que nada, necesitaba haber sido bautizada apropiadamente con un nombre científico

Si alguna vez veo un extraterrestre pescando en Escocia, y atestiguo que está atrapando al Monstruo del lago Ness, probablemente asuma que el mundo quería que yo escribiera un poema sobre el evento en vez de tomar fotos de él.

En los dos casos, son los flagelos que rodean a estos microbios los que guardan cierta reminiscencia con la cabeza tentaculada de las macrobestias respectivas.

Nanocthulhu lovecrafti es una avispa descubierta en el año 2012 en Sudáfrica y es un doble homenaje, tanto al mítico ser despertado de su sueño milenario en la isla de R’lyeh por la tripulación de la embarcación Alert como a su creador.

El monstruo está más allá de toda posible descripción. No hay lenguaje aplicable a ese abismo de horror inmemorial, a esa pavorosa contradicción de todas las leyes de la materia, la fuerza y el orden cósmicos.

El objetivo de estos códigos es asegurar que el nombre de cada especie sea único y que los nombres científicos tengan estabilidad –es decir, evitar que, por razones varias, tengan que modificarse o cambiarse continuamente– y universalidad.