¿Cómo son esas señales? Se experimenta cansancio mental, desmotivación, desánimo, baja capacidad de concentración, fallos en la memoria a corto o medio plazo (se olvidan tareas aparentemente sencillas), incapacidad para relajarse, irascibilidad (enfadarse por cualquier cosa), frecuentes dolores de cabeza, aturdimiento, mareos, dificultad para dormir o para conciliar un sueño profundo, tendencia a la inflamación, enfriamientos o alergias recurrentes o repentinos, etcétera. Por añadidura, se suele incrementar el consumo de café y alimentos dulces para hacer más llevadera la actividad mental e intelectual. En ausencia de las enfermedades o los tratamientos farmacológicos asociados que puedan justificar estos síntomas, es probable que alguno de los tres cerebros (el principal, el intestino y la microbiota intestinal) esté reclamando más atención y cuidados.