Pobres y miserables éramos, como pobres y miserables lo hemos sido en toda nuestra vida. De humildísima cuna, naturalmente siempre vivimos en contacto con el dolor de los desheredados; y este malestar social, desde pequeños, hizo marca en nuestro carácter, dejando huella profunda que jamás se ha borrado. Los nihilistas despertó en nosotros ansias de libertad, mejor definidas en Ricardo, que contaba dos años y medio más que yo.
Algo que también trabajó mucho en nosotros, para empujarnos hacia la lucha y afianzar más aún nuestra nostalgia por la justicia social, fue el profundo contraste que a simple vista resultaba entre pobres y ricos, mucho más aún en la época porfiriana que en la presente.