Pequeñas desgracias sin importancia

No tiene que pasar nada emocionante para ser vida

«La nuestra es una época esencialmente trágica, por eso nos negamos a tomarla trágicamente. El cataclismo ya ha ocurrido, nos encontramos entre ruinas, comenzamos a construir nuevos y pequeños lugares en que vivir, a tener nuevas y pequeñas esperanzas. Es un trabajo duro: no tenemos ante nosotros un camino llano que conduzca al futuro, pero evitamos o superamos los obstáculos. Tenemos que vivir por muchos que sean los cielos que hayan caído sobre nosotros».

y entonces me dijo Yoyo, ahora estás sola. Y la sensación que tuve en el sueño fue la misma que tuve cuando vi el vídeo del pájaro de mi vecina. Lo repentino, algo que se pierde para siempre en cuestión de un segundo.

Los libros son lo que nos salva. Los libros son lo que no nos salva.

La violencia es eterna. Cambia de forma y se filtra por todas partes como el agua. ¿Qué se supone que debe hacer un pacifista con la violencia eterna si no puede devolvérsela directamente al enemigo?

Mi tío dijo que de eso nada, que no hay que pedir perdón por estar malo, por ser un ser humano, por estar harto (está claro que mi tío nunca había sido mujer).

Se te ha ocurrido pensar que a mí también se me ha suicidado mi padre, que a mí también me está costando superarlo y que yo también intento encontrarle algún puto sentido a esta vida mía que no puede dar más pena y que yo también a veces pienso que todo esto no es más que una farsa ridícula y que la única reacción inteligente es el suicidio pero que me retraigo de esa conclusión porque conlleva una responsabilidad que cuesta digerir? ¿Qué te crees, la puta Virginia Woolf o uno de esos, demasiado guay para vivir o demasiado inteligente o demasiado en sintonía con la trágica realidad o cualquier mierda…, y quieres crear un legado inventado para ti como la brillante y maldita…?

Le digo que no es eso, todo el mundo tiene toda esa tristeza dentro, no soy solo yo, y la escritura ayuda a organizarla, así que tampoco es para tanto.

Nunca expliques, nunca te retractes, nunca te disculpes. Haz lo que tengas que hacer y deja que los demás pataleen.

regañina de autoayuda que solo servía para vender libros y anestesiar a los vulnerables y permitir que esa supuesta profesión de ayudadores se regodease en la autocomplacencia por haber hecho lo que podían. ¡Harían listas! ¡Fijarían objetivos! ¡Animarían a sus pacientes a hacer una cosa divertida al día!