Este libro analiza dos eventos de la historia reciente del país en los que la inestabilidad política y el deterioro institucional alcanzaron su mayor expresión: la toma del Palacio de Justicia por parte de una célula terrorista del grupo guerrillero M-19 en noviembre de 1985 y los nexos de la clase política con el narcotráfico que desembocó en el escándalo del “Proceso 8000” entre 1994–1997. Además, estudia por qué en Colombia en los momentos que parecían más propicios para que las Fuerzas Militares asumieran el control del poder político, no ocurrieron golpes militares o intentos de golpes y, por el contrario, se mantuvo una democracia electoral.