Sombras detrás de la ventana. Cuentos reunidos

sentías muy por encima de los demás y aceptabas la adulación como elogio sincero a tu labor y a tu personalidad política. Por eso al principio los halagos de la Beba no te hicieron mella, los considerabas normales, semejantes a los del resto de tu gente.

Faramallas así han hecho que la gente se entusiasme contigo y te siga adonde sea. Procuraré aprendérmelo.

pobre Beba, tú tan joven, tan bonita y ahora con el peso de esta responsabilidad para siempre, más te habría valido no andarle buscando los alebrestes a Ramsés, más te habría valido quedarte junto a mí.

En sus ojos no había odio. Eso es peor. El odio se sacia pronto, la venganza es rápida. Pero ellos tenían la mirada serena, el espíritu en calma. Necesitaban castigarnos por asunto de justicia.

dejaba la noche para las cosas que se hacen a oscuras: emborracharme, acostarme con mujeres

Además en este desierto hay muy pocos ruidos y a mí me gusta rellenar el silencio.

Sólo quiero ayudarlo, repito mientras levanto la piedra y la estrello contra su cráneo una y otra vez enmedio de un estrepitoso graznar de aves, ramalazos, chiflones de viento y un estertor débil que se apaga poco a poc

fin y al cabo no van a matarlo: su martirio es indispensable para expiar las culpas de todos. Vivirá para que lo sigan maldiciendo, para encarnar sus temores y sus odios.

No aguantarían el peso de su muerte porque de ese modo ellos serían los asesinos y un crimen acarrea demasiada culpa.

Entonces la vieja sentenció: Éste está poseído por el diablo. Esas palabras prendieron lumbre en los dentros de cada uno de quienes las oyeron. Esas palabras marcaron el destino del maestro. Otra de las viejas les hizo notar a los demás que la pareja no tuvo hijos, que por algo serí