Las lecturas diarias de MacArthur

Negarse a reconocer y defender la verdad revelada de Dios es una especie particularmente tenaz y perniciosa de la incredulidad.

el consejo sabio de Salomón nunca fue tan oportuno: «Compra la verdad, y no la vendas» (Proverbios 23.23).

conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.
J
UAN
8.32
Cada cristiano verdadero debería conocer y amar la verdad.

Si la ignoramos es a nuestro propio riesgo.

Pilato parado delante de Aquel que afirmó ser la Verdad (Juan 14.6) preguntó: «¿Qué es la verdad?» (Juan 18.38) y después se lavó las manos y se alejó de la Verdad.

Es por eso que no existe ninguna abominación mayor que la herejía.

La más terrible? ¿La más repugnante? ¿Y qué hay de la pornografía, aborto, perversión sexual, infidelidad marital? Por supuesto que todos esos son pecados grandes, por supuesto, y están desgastando la estructura de nuestra sociedad. Es certeramente correcto para nosotros rechazar y enfurecernos moralmente ante tales monstruosidades malvadas. Pero la herejía que socava el evangelio es un pecado mucho más serio porque pone al alma en un peligro eterno bajo la oscuridad del tipo de mentiras que mantiene a la gente en una permanente esclavitud a su pecado.

Uno de los aspectos más importantes de todo el mensaje de Judas es este tema, que aparece en todo el libro: La falsa enseñanza es la forma más terrible y repugnante de las maldades, porque siempre es una expresión de incredulidad, que es la destilación de la pura maldad.