La baba del caracol

Poesía (poíesis): el conjunto de modos y maneras de la aprehensión

No surcos, no hendiduras, ni púas ni heridas, sino trazas, vías, accesos para el acontecer.

No hay poema que no se abra como una herida», escribe Derrida.

El poema requiere ese tipo de atención. El que escribe es un felino al acecho. La trayectoria es la presa. El poema es el gesto.

Y tal asombro se expresará entonces sin fórmulas retóricas, con el más breve y anodino de los trazos breves:

Para componer un haiku, decía Bashó, el yo ha de adelgazarse lo suficiente como para penetrar en lo que le rodea.

el haiku proviene del asombro, y esto solamente ocurre cuando la atención está abierta al instante presente

Y no hay misterio en esa gota de agua cayendo sobre el agua, sino acontecimiento. O, dicho de otra manera, el misterio es el acontecimiento.

Una de las imágenes recurrentes en la filmografía de Andréi Tarkovsky es la de una gota de agua cayendo sobre una superficie líquida, y su sonido. Su resonancia. Su ritmo. Su insistencia.

El haiku, decía Bashó, es como una piedra lanzada al lago de la mente. Espontánea, inmediata, ha de golpear y despertar la atención hacia algo que ocurre y en lo que de repente puede captarse algo de lo que yace/surte de/desde/en todo, y en/con lo que también somos todos.