Echó un vistazo a mi cuerno de minotauro y me miró a los ojos. Supuse que iba a decir algo como: «¡Vaya, has matado un minotauro!», o «¡Uau, eres un fenómeno!». Pero solo dijo:
—Cuando duermes babeas.
Y salió corriendo hacia el campo, con el pelo suelto ondeando a su espalda.