llamo como me puso mi padre. Me da miedo el mar. Me estremece la falta de rubor en el rostro de los ahogados. Me enamoran las palabras de mi padre; me falta su disciplina. Me aterran las majestuosas olas de Kanagawa, rozando el cielo con la cresta de su canto. Me reconozco a través de mis miedos. Me gusta que existan cosas azules y bellas. Me llamo como pudo haberse llamado Hokusai o eso imagino. Quizás me llamo Hokusai.
No sé nadar, pero conozco la muerte.