Tamara Kamenszain

si nos enamoramos es del amor

y no de las personas que escondemos

debajo de la alfombra de la retórica

para evitar el escándalo.

Un tiempo después de nuestra separación él, que solo escribía en prosa, me escribió un poema.

armar una trama nueva con materiales viejos (¿será eso hacer ficción?).

Pienso que al final de nuestra relación, Héctor y yo nos habíamos construido una lengua tan indescifrable para los demás que terminó no solo aislándonos del mundo, sino también a uno del otro. Una lengua muerta con la que terminamos guiñándonos el ojo mecánicamente como quien tiene un tic.

La rima que ellos manipulan con una sutil habilidad lírica tiene ese toque de cacofonía que, como en el rap, golpea y golpea sobre los asuntos de la vida para que aparezcan en su verdad.

ese malsano intento de querer leer entre líneas para comprobar si el texto del otro dice algo sobre nosotros.

Hacer algo para que el otro nos quiera, se me aparece, ahora que la evoco, como una intervención valiente

yo había dejado pasar
ese tiempo prudencial que sirve
para calentar las esperas.

Sin embargo, prefiero pensar que se trata de un bello oxímoron con el que ella me deja pensando y me guía un poco en este complicado intento mío que me va mandando, como por un tubo, a novelar los asuntos del amor, la maternidad, el deseo y, sobre todo, al compromiso de tener que armar una trama nueva con materiales viejos (¿será eso hacer ficción?).

“Voy sintiendo que no tengo derecho a intervenir en mi propia vida. Así que avanzo con la sensación de que otro escribe este libro por mí. Ahora se hizo toda de ficción. Ahora mi personaje puede vender su verdad como si fuera mentira”.