Ricardo García Pérez

El modelo de prosperidad basado en la explotación de la naturaleza, la desigualdad y el consumo incesante no tiene espacio en nuestro planeta superpoblado y sobrecalentado. Ese estilo de vida no solo es destructivo de forma irreversible, sino que ni siquiera nos hace felices,

podemos utilizar el alimento de forma colectiva para comprender y relacionar los dilemas a los que nos enfrentamos, como paso previo para resolverlos

Entonces, ¿cómo vamos a comer en el futuro? O, mejor dicho, ¿cómo vamos a utilizar el alimento para generar el tipo de vida satisfactoria, pero de bajo impacto, que quisiéramos llevar y las sociedades que sustentarán esas formas de vida?

El alimento puede ayudarnos a huir de este engaño, puesto que nos recuerda lo que realmente importa en la vida: la nutrición, el amor, el sentido y la vinculación de unos con otros y con la naturaleza. Las cosas sencillas son la clave para alcanzar la felicidad, y la comida es lo que conecta a todas ellas.

La comida aparece en nuestros platos como por arte de magia, y raras veces nos detenemos a preguntarnos cómo ha llegado hasta allí.

¿Cómo un país de amantes de la naturaleza y propietarios de perros puede ser tan insensible con los animales que criamos para comer?

la mayoría sospechamos que nuestros hábitos alimentarios están teniendo consecuencias muy desagradables en algún lugar del planeta, esas consecuencias quedan lo bastante alejadas de la vista como para que podamos ignorarlas.

l abastecernos de comida en abundancia a un coste en apariencia reducido, ha satisfecho nuestras necesidades más básicas al tiempo que

las ha hecho parecer intrascendentes.

la carne es un alimento muy caro de producir desde el punto de vista medioambiental.