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Laini Taylor

  • Nicoleцитираонзи ден
    Deja de desperdiciar tu vida, niña. Espera a que llegue el amor.

    —El amor —su alegría se evaporó, pues había pensado que aquello era amor.

    —Llegará, y lo reconocerás
  • Nicoleцитираонзи ден
    —Las mariposas en el estómago —suspiró Karou—. Claro. ¿Sabes lo que pienso? Que las mariposas están siempre ahí, en el estómago de todos, en todo momento…

    —¿Como bacterias?

    —No, no como bacterias, como mariposas. Y las de cada uno reaccionan con determinadas personas, a nivel químico, como feromonas, así cuando esas personas se acercan, tus mariposas empiezan a bailar. No pueden evitarlo, es una reacción química.
  • Nicoleцитираонзи ден
    No importa —afirmó Zuzana—. Tenían que ser bastante estúpidas para enamorarse de él. Crecerán otras nuevas, más sensatas. Mariposas inteligentes.
  • Nicoleцитираонзи ден
    Dejarte marchar, Karou, sería como abrir la ventana a una mariposa. Nunca esperas que vuelva.
  • Nicoleцитираонзи ден
    la muchacha del pelo azul deambulaba por sus páginas como un hada a través de un relato. La luz la trataba de manera distinta que al resto, y el aire parecía detenerse a su alrededor, como un aliento contenido. Como si aquel lugar fuera un cuento dedicado a ella.
  • Nicoleцитираонзи ден
    Uno debería morir con dignidad, cuando ya no es posible vivir con dignidad.
  • Nicoleцитираонзи ден
    Sin embargo, había lanzado golpes lentos, dándole tiempo para esquivarlos y moverse con libertad. ¿Por qué?

    La respuesta era sencilla. Había querido contemplarla.
  • Nicoleцитираонзи ден
    No luches contra monstruos, no sea que te conviertas en uno de ellos. Y si miras largo tiempo al abismo, el abismo también mirará dentro de ti»
  • Nicoleцитираонзи ден
    Porque la esperanza sale de tu interior, y los deseos son solo magia.
  • Nicoleцитиравчера
    »Y luego vine aquí, y los humanos… —su voz adquirió un tono soñador—. Los humanos paseaban libremente, sin armas, se reunían al aire libre, se sentaban en las plazas, reían, envejecían. Y vi a una muchacha…, una muchacha con los ojos negros, el pelo del color de una gema y… tristeza. Su rostro estaba profundamente triste, pero aun así podía iluminarse en un segundo, y cuando vi su alegría me pregunté qué se sentiría al hacerla reír. Pensé… pensé que sería como descubrir la sonrisa. Ella pertenecía al bando enemigo, y aunque lo único que deseaba era mirarla, reaccioné como me habían enseñado y… le hice daño. Y cuando volví a mi hogar, no pude dejar de pensar en ti, y estaba muy agradecido de que te hubieras defendido. De que no me permitieras matarte.
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