Diane Pool Heller

Nuestra capacidad para detectar la permanencia y la constancia de los objetos nos permite desarrollar un sentido de continuidad con nuestras figuras de apego primarias a lo largo del tiempo.

El hecho de experimentar un cuidado impredecible o informal puede impedirnos establecer la permanencia y la constancia de los objetos. De niños, cuando no sabemos quién va a aparecer o si se van a satisfacer nuestras necesidades, crecemos con un tipo particular de ansiedad.

Puede que todo fuera de forma aceptable o incluso bien durante un tiempo, pero no era seguro que permaneciera así, o bien de niños nunca sabían cómo iban a ir las cosas

Algunos otros factores relacionales que generan inseguridad para los que tienen apego ambivalente son los siguientes:

Como nunca recibieron una regulación interactiva constante o fiable de sus padres, no han desarrollado la suficiente autorregulación para, con el tiempo, llegar a una corregulación correcta, por lo que recurren a los demás con el fin de satisfacer la necesidad primaria. Sin embargo, a veces rechazan la ayuda, ya que tener lo que desean o necesitan puede calmar su llamada de atención, pero esa misma satisfacción amenaza la supervivencia del ambivalente, ya que lo siguiente que esperan es el abandono

La regulación interrumpida se produce cuando un niño intenta relajarse y calmarse por sí solo durante un momento de atención de alta calidad y amor por parte del progenitor, pero este interrumpe la experiencia de forma abrupta sin previo aviso.

Sobreestimulación. Cuando los niños están aprendiendo a regularse por sí mismos, suelen requerir mucho espacio para encontrar su propio ritmo y desarrollar límites sanos. Si un progenitor se inmiscuye en este espacio o intenta mantener una conexión constante, puede ser perjudicial para el desarrollo del niño.

Al igual que las personas evitativas suelen asociarse con cualidades bastante complicadas, los adultos con la adaptación ambivalente a veces reciben calificativos despectivos tales como «dependientes», «inseguros», «hipersensibles», «controladores», «exigentes» o «nerviosos».

Los ambivalentes realmente desean una relación, así que su sistema de apego está totalmente activado. Necesitan más ayuda para calmar la sobreactivación, pero les resulta un poco más fácil que a los evitativos, que necesitan eliminar las barreras frente a la conexión para revelar el posible deseo de estar en una relación.

Los evitativos habitualmente ­experimentan ansiedad por acercamiento. Incluso con las personas a las que aman, pueden sentir ansiedad cuando se acercan físicamente, probablemente debido a que sus cuidadores principales les hacían daño o simplemente porque los dejaban mucho tiempo solos de pequeños. Como resultado, los individuos con apego evitativo a veces pueden parecer fríos, aislados, distantes e incluso huraños. Ocurre lo contrario con los que tienen un estilo de apego ambivalente. Pueden sentir ansiedad cuando sus seres queridos se marchan, aunque sea para algo rutinario como ir a trabajar o al gimnasio. Los ambivalentes tienden a sentirse mal cuando están solos y no tienen cerca a las personas importantes en su vida. Puede que sean altamente funcionales y que estén en contacto con su red de apego seguro cuando otra persona con la que tienen una relación está presente, pero en cuanto esta persona se ausenta, empiezan a desconfiar de la conexión.