Utilizar el después para dar un sentido al antes, contemplar el éxito de su hijo como un último gesto desesperado en el que ver el resultado de su propia vida y, gracias a ello, convencerse de que lo que había hecho, vivido, atravesado, sufrido, no había sido en balde, que todo lo había hecho con ese fin, que todo tenía sentido, un sentido buscado, deseado, calculado, que no había sido una pérdida, que todos sus sufrimientos y fracasos pasados eran inversiones y sacrificios consentidos a cambio de un futuro.