Celeste Ng

Siempre estaba haciendo eso, contándole historias. Abriendo rendijas por las que se colara la magia, convirtiendo el mundo en un lugar lleno de posibilidades. Cuando se fue, Bird dejó de creer en todas esas fantasías.

Ironía: un desenlace contradictorio de acontecimientos como ridiculizando la promesa e idoneidad de las cosas,

cada noche Lydia llamaba a la puerta de su cuarto, callada e infeliz. Nath entendía todo lo que no le decía, que, en esencia, era: No me sueltes

Absorbía los sueños de sus padres acallando el rechazo que quería brotar en su interior.

Soñando con su futuro, había dejado de oír todas las cosas que su hermana no decía

En su primer año en Radcliffe

Fue en septiembre de 1957, su primer año de universidad, sentada al fondo de un aula atestada

Todos esos años, en calidad de única otra persona que comprendía a sus padres, había absorbido el sufrimiento de Lydia, brindándole solidaridad silenciosa, un apretón en el hombro o una sonrisa irónica

–Lyddie, eso me recuerda una cosa: si quieres el sábado te puedo ayudar a repasar apuntes.
Su padre dijo:
–Llevo un tiempo sin ver a Karen. ¿Por qué no vais al cine algún día? Yo os llevo

Hannah no sabía todo lo que Lydia creía entender –la gargantilla, Louisa, lo único que quiero que recuerdes–, pero sí sabía que algo había cambiado dentro de su hermana, que estaba asomada a una cornisa peligrosa, altísima