Para empezar a comprender cómo piensan las mujeres hay que entender que de una u otra manera la sociedad y el desarrollo las han obligado a comportarse como hombres, es decir, las feministas han inculcado a la generación de féminas que tienen que ser iguales a los machos, lo cual quiere decir que, de una manera sutil, las han obligado trabajar como nosotros, a fumar como nosotros, a beber, a presumir de sus coitos, a ser independientes y a nunca llorar. En otras palabras han tenido que matar sus ya absurdos instintos para convertirse en “súper mujeres sexys” y a la vez masculinas, duras, arrogantes y seguras de sí mismas, en una palabra, perfectas.