Aníbal Díaz Gallinal

  • Adal Cortezцитирапреди 5 месеца
    Puede ocurrir que el estado de los espíritus permita que un gobierno tome una determinada medida tres meses antes de que sea necesaria, mientras que en el momento en que se impone su ejecución el estado de los espíritus ya no la deje avanzar. Había que haberla tomado tres meses antes. Sentir, percibir continuamente estas cosas es saber gobernar.
  • Adal Cortezцитирапреди 5 месеца
    NO HAY DIFICULTADES ECONÓMICAS; sólo hay dificultades políticas. Los hombres se resignan a sufrir más fácilmente cuando piensan que sus sufrimientos están impuestos por el poder que si consideran que el poder trata de librarlos de ellos sin conseguirlo; por una singular aberración, el poder les parece una fuerza más difícil de doblegar que las cosas naturales.
  • Adal Cortezцитирапреди 5 месеца
    El principio fundamental del poder y de toda acción política es que nunca hay que demostrar ni la apariencia de una debilidad. La fuerza no solo se hace temer, sino que también se hace amar, incluso por aquellos a los que somete violentamente; la debilidad no solamente no es temida, sino que inspira siempre cierto desprecio y repulsión, incluso en aquellos a los que favorece. No hay verdad más amarga y, por eso, generalmente más ignorada.
  • Ivana Melgozaцитиравчера
    Los conflictos más amenazadores comparten un rasgo común, que bastaría para calmar a los espíritus superficiales: contra toda apariencia, su
    verdadera gravedad reside en que carecen de un fin determinado. A lo largo de la historia humana se puede verificar que los conflictos más encarnizados son, sin comparación, aquellos que no tienen objetivo. Cuando esta paradoja se percibe claramente, constituye, tal vez, una de las claves de la historia y, ciertamente, de nuestra época.

    Cuando se lucha por conseguir algo bien definido, cada cual puede calcular el valor global del desafío y los gastos estimados que conllevará la lucha, decidir hasta dónde valdrá la pena llevar el esfuerzo; no es extraño, por lo general, que cada uno de los bandos enfrentados encuentre un compromiso que sea más conveniente aún que ganar una batalla. Pero cuando una lucha ya no tiene objetivo, entonces carece de medida común, de balance, de proporción; no hay comparación posible; ya todo acuerdo es inconcebible. Entonces la importancia de la batalla se mide únicamente por los sacrificios que exige. Por este mismo hecho, los sacrificios ya cumplidos reclaman siempre nuevos sacrificios. Si las fuerzas humanas no encontraran por sí mismas felizmente su propio límite, no habría razón alguna para dejar de matar y de morir. Esta paradoja es tan violenta que escapa a todo análisis.
  • Ivana Melgozaцитиравчера
    En la Antigüedad, griegos y troyanos se masacraron entre sí durante diez años a causa de Helena.
    A ninguno le importaba demasiado —salvo a Paris, un soldado amateur—, que fuera por Helena: todos convenían en maldecir su nacimiento. Su persona era tan evidentemente desproporcionada con esa guerra monumental, que, a los ojos de todos, era solamente un símbolo del reto verdadero. Pero nadie podía definir entonces nunca el verdadero motivo de la guerra, pues no existía. Por eso no era mensurable. La envergadura del desafío solo se podía presumir por las muertes que había causado y las masacres previsibles. Por lo demás, sus dimensiones eran ilimitadas.
  • Ivana Melgozaцитиравчера
    En nuestros días, para explicar este deplorable encarnizamiento de acumular ruinas inútiles, la imaginación
    popular recurre a veces a las supuestas intrigas de las congregaciones económicas. Pero no tiene sentido buscar tan lejos.
  • Ivana Melgozaцитиравчера
    Para empujar a los hombres a las catástrofes más absurdas basta la naturaleza humana, no se precisan ni dioses ni conjuraciones secretas.

    Para quien sabe mirar, el síntoma más angustiante de la mayoría de los conflictos que ven el día en la actualidad es su carácter irreal. Tienen aún menos realidad que el conflicto entre griegos y troyanos. En el centro de la guerra de Troya había, al menos, una mujer que era, por cierto, la perfección de la belleza. Para nuestros contemporáneos el lugar de Helena lo ocupan palabras escritas con mayúscula. Si tomamos una de esas palabras, infladas a base de sangre y lágrimas, e intentamos estrujarla, la encontraremos vacía de contenido. Las palabras con contenido y con sentido no son mortíferas. Si en alguna rara ocasión, una de ellas se ve mezclada con alguna efusión de sangre, será más bien por accidente que por fatalidad, y se tratará entonces, por lo general, de una acción limitada y eficaz. Pero escríbanse con mayúscula palabras vacías de significado: por poco que las circunstancias ayuden, los hombres
    derramarán ríos de sangre; amontonarán ruina sobre ruina, repitiendo esas palabras, sin obtener nunca nada que les corresponda de modo efectivo. Como son palabras que no quieren decir nada, nada real puede corresponderles.
  • Ivana Melgozaцитиравчера
    “Creemos morir por la patria —decía Anatole France—, pero morimos por los industriales”. Sería demasiado lindo. Ni siquiera morimos por una cosa tan sustancial ni tan tangible como un industrial.
  • Ivana Melgozaцитиравчера
    En última instancia, si se examina la historia moderna, se llega a la conclusión de que el interés nacional de cada Estado es la capacidad de entrar en guerra.
  • Ivana Melgozaцитиравчера
    Se llama interés económico vital a lo que permite que un país haga la guerra, y no a lo que permite vivir a sus habitantes. El petróleo es bastante más apto para suscitar conflictos internacionales que el trigo. Así, cuando se hace la guerra, es para conservar o acrecentar los medios para el combate.
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