Somos sinónimos pero no iguales.
Los sinónimos se conocen como si fueran antiguos compañeros, como un grupo de amigos que han visto el mundo juntos. Intercambian historias, recuerdos sobre sus orígenes y se olvidan de que, aunque sean similares, son completamente distintos, y aunque comparten unas ciertas características, uno nunca puede ser igual que el otro. Porque una noche tranquila no es igual que una silenciosa, un hombre firme no es igual que uno inalterable, y una luz radiante no es igual que una brillante porque su forma de encajar en una oración lo cambia todo.
No son lo mismo.