La noticia cayó por sorpresa, inevitable, e irreparable: el Alzheimer de su madre, “La Negra Llanos”. Ante la inmensidad de lo desconocido, el autor cuenta cómo junto a su hermano gemelo encontraron la manera de encarar la situación frente a la enfermedad, dividiéndose tareas desde lo que cada uno mejor dominaba: uno lo concreto y riguroso (el cuerpo, la atención diaria); el otro lo abstracto, lúdico y emotivo: el alma y la mente. Establecido el final, el plan era disfrutar el camino y hacerlo lo menos doloroso posible, incluso agradable y cómico. La fórmula dio resultados tan sorprendentes en calidad de vida y tiempo de existencia que no puede pasar inadvertida, sino que tendría que ser aprovechada tanto por la ciencia como por las víctimas -actuales y potenciales— de este mal, un fantasma que acecha a las personas mayores de 60 años en adelante, y por ende, a quienes las rodean y a sus cuidadores.
Una experiencia verídica e inspiradora que merece ser compartida con todo el mundo, desde el principio básico de que nadie está exento de nada. Y a la que se agrega en este caso, el contexto familiar ineludible, donde anteriormente la lucha se había establecido con la enfermedad de su padre quien padeció cáncer de próstata y la longevidad de su abuela, circunstancias que introdujeron a los gemelos en la atención de sus seres queridos.
La obra incluye links a videos que sirven de valiosos testimonios de cómo el amor y el humor de dos hijos agradecidos y valientes acompañaron a su madre en esta enfermedad cada vez más frecuente en el mundo.
La enfermedad de Alzheimer es la causa más común de demencia, un deterioro gradual en la memoria, el pensamiento, el comportamiento y las habilidades sociales. Estos cambios afectan la capacidad de funcionamiento de una persona. De los casi 55 millones de personas con demencia en todo el mundo, se estima que entre el 60 % y el 70 % tiene la enfermedad de Alzheimer. Los signos tempranos de la enfermedad incluyen el olvido de eventos o conversaciones recientes. Con el tiempo, avanza hasta convertirse en un problema grave de la memoria y la pérdida de la capacidad para hacer las tareas cotidianas. Los medicamentos pueden mejorar los síntomas o retardar su progresión, pero no hay ningún tratamiento que cure la enfermedad. El apoyo a las personas que la padecen y a sus cuidadores es prioritario para atravesar esta dura etapa hasta su irremediable desenlace.