Presidencialismo y hombres fuertes en México

En 1947, con motivo de repetidos conflictos sociales que incluyeron el asesinato de un reconocido periodista, crítico del gobernador y de la política seguida en Tamaulipas, el mandatario Hugo Pedro González fue retirado del cargo mediante la desaparición de poderes en el estado. El

sores y, después, de entorpecer la llegada de los elegidos, incluso, como fue el caso de García Barragán, pasando por encima de la ley al oponerse a publicar el decreto que extendía el periodo de gobierno de cuatro a seis años y que sería aplicable a su sucesor

Con todo, destacan tres casos en los que los mandatarios intentaron intervenir en un ámbito vedado, como era el de elegir a sus sucesores. Fueron Marcelino García Barragán, en Jalisco; Ricardo Ainsle, en Coahuila, y José González Beytia, en Yucatán

como secretario de Gobernación de Ávila Camacho puso especial cuidado en mantener contactos frecuentes con los gobernadores que, al final del sexenio, serían decisivos para sostener su candidatura, como presidente emprendió la mayor cantidad de remociones de mandatarios, sólo superada en ese momento por la limpia de callistas que había realizado Cárdenas en 1935.

En esa disputa, Cárdenas no pudo utilizar al partido como instrumento de control de la élite y tuvo que recurrir a nuevos actores políticos: los gobernadores y los hombres fuertes. La postulación abierta y los principales apoyos surgieron de los gobernadores, organizados y dirigidos por Miguel Alemán en Veracruz, y de las cámaras legislativas, en especial del Senado, controladas por Santos y Reynoso

la Camacho.

El gabinete presidencial no quedó definido como centro de poder hasta el gobierno de Miguel Alemán y no sólo, como es usual suponerlo, por su carácter civil, sino por la experiencia de sus mie

El largo proceso de centralización de los años veinte y treinta entregó recursos, atribuciones e instituciones a la Federación, de tal manera que los gobernadores no tuvieron capacidad ni autoridad para recaudar, desarrollar obra pública ni legislar sobre asuntos sociales. Fue

Si esto último habla de un proceso lento de modernización y civilidad política, lo primero indica la disciplina de la élite y, en especial, el reconocimiento no sólo del procedimiento sino quizá lo más significativo, cuál segmento de la élite podía realmente participar en él: no serían nunca más los hombres fuertes locales sino los miembros del gabinete presidencial.

Arturo Alvarado, El portesgilismo en Tamaulipas. Estudio de la constitución de la autoridad pública en México posrevolucionario, México, El Colegio de México, 1992

Y lo más destacado es que pudo poner en marcha un considerable desarrollo agropecuario que si bien benefició al estado, también le dio visibilidad nacional. Flores Muñoz no sólo dio muestras de un efectivo control político (demostrado sin duda con la selección de su sucesor en el gobierno local) sino de ser un gobernante capaz de promover el desarrollo económico.